jueves, 24 de mayo de 2007

Nadie sabe cómo, nadie sabe.
Nadie sabe cuándo, ¿quién coño sabe?
Aunque no se tenga idea de lo que realmente sucede, sucede, y es entonces cuando las gaviotas (o las palomas, qué más da) empiezan a volar cada vez más alto, hasta que se encuentran con el techo. Porque siempre hay un techo, hasta en el puto cielo hay un techo, en todas partes donde da la impresión de que podrías salir volando. En ese mismo instante te das cuenta de muchas cosas, aprendes que todo parece distinto si lo miras desde lejos, que visto desde lejos todo se ve más pequeño, que algunas puertas se abren hacia dentro y otras hacia fuera, que otras sin embargo tienen echado el cerrojo por dentro, que las puertas pequeñas y de difícil acceso son ventanas o el microondas.
A esas alturas ya sabes si te gustan más las naranjas o las mandarinas, porque elegir no es fácil. Pero te impones unas normas estrictas de comportamiento, para que te digan en qué orden la vas cagando. Porque elegir no es nada fácil, como entre interés fijo o variable, gasolina o diesel, kas naranja o tinto de verano, sol o sombra, izquierda o derecha, sí o no...

2 comentarios:

Holly Golightly dijo...

... ser o no ser, ésa es la cuestión...

Holly Golightly dijo...

Por cierto, Paul, llevamos casi 1000 visitas (955), ¿cuántos escaños nos daría eso en las elecciones de gobernador del mundo?

XDDDD