lunes, 13 de abril de 2020

En cambio las ventanas

Todas las puertas chillan
y dicen tu nombre en mitad de la noche.
Todas las puertas crujen
al paso de almas desconsoladas
que saben que eres el único cobijo,
saludan,
bendicen tu cuerpo,
destilan tu miedo,
expulsan tus credos.
Todas las puertas siguen
guardando secretos que solo tú conoces.
Todas las puertas cierran
obedientes a mi paso,
soltando un rugido
que altera tu paz.
Cierran y bajan telones
que separan mi insomnio
de tu falta de sueño.
Cierran para que tú estés a salvo,
para que valga la pena,
cierran para que grites mi nombre
en mitad de la noche.
Cierran,
expulsan mentiras y te sacan de quicio.
Cierran e increpan al techo
que no podamos tocarnos.
Cierran,
chillan,
me miran.
Pero no todas abren.
Ni saben que existo.

Hoy cenamos sopa

Como esos padres que limpian con mimo la habitación del hijo, mullen la almohada y los cojines, activan la calefacción y lo preparan todo para cuando puedan por fin, tras estos largos días, cuidar de su cachorro. Padres que se aferran a estas acciones, las únicas en las que encuentran el consuelo de ejercer de padres. Padres aún a pesar de la distancia y aunque el hijo tenga más de cuarenta años.

Como esa madre que, ante la impotencia de no poder hacer nada más por su criatura, prepara litros y litros de sopa. La reparte cuidadosamente en botes de cristal de tamaños diversos, todos recuperados de otros usos, todos con sus tapas doradas o blancas. Organiza el congelador para encontrarle un sitio a cada bote y poder guardarlos dentro cuando se hayan enfriado, al lado de las croquetas de cocido.
- "Creo que tendré que hacer más croquetas", musita entre dientes.
El consuelo de hacerlo por su hijo.

Cada familia tiene sus cosas, sus creencias íntimas y en la mía, una de ellas es el poder curativo de la sopa de la madre de uno. Y así, uno de estos tarros de sopa congelada de mi propia cosecha se convierte hoy para mí en un símbolo. Un símbolo que me une a ellos. Un símbolo de esta época, que dura apenas unos días que pesan en el alma como meses.

Hoy cenaremos sopa y dormiremos mejor. Mañana tendremos más fuerzas para encarar otro día eterno que nunca pasará lo suficientemente lento.