domingo, 12 de octubre de 2008

Otoñal. Y punto.

Otoño dentro de mi coche, otoño en el parabrisas. Otoño volando por las calles, se nos cae el alma a los pies. De tanto alimentarla, se nos ahoga ahora. Y el vuelo de una mosca dura la diferencia entre morir o vivir, entre tenerte junto a mí o dejar que te vayas con tus cicatrices. Con tus cicatrices, para siempre. Encuentro mi árbol rojo, pero dura sólo dos semanas.

Quiero partirme en dos, bifurcar mi vida, caminar dos veces las calles con estas botas que son tuyas, lanzarme sin miedo, sin preocuparme de direcciones prohibidas o calles cortadas. Pasear diez centímetros más arriba, o diez centrimetros más abajo que el resto. No ver mis huellas. Que nos den las tantas escribiendo que nos gustamos más de lo normal, dejándonos las tildes por el camino. Y no tener miedo de despertarnos ni de ver que no hay playas, que no hay mar, que todo desapareció.

Miro por la ventana, el otoño se ríe de mí.

Me voy a merendar, Paul. Creo que hay cereales de chocolate.

2 comentarios:

Holly Golightly dijo...

Se nos olvidó el cumple15000visitasfeliz!!!!





(me quedo sola en casa esta semana, yo no digo nada...)

Paul Varjak dijo...

No sé dónde ves esas estadísticas..yo no me entero. Felicidades a nosotros mismos!!

Sola? NO hace falta que digas nada. Vete calentando el café.

Me sigues debiendo un cine.