miércoles, 2 de junio de 2010

seis y cinco - cinco - cuatro y cinco

Hay veces que sientes algo que no te permite sonreír. Algo que se agazapa tras tus costillas, algo que sabe a incertidumbre, a descontrol, a pena, de donde nace. Pero hay palabras, caricias, miradas, sonrisas, abrazos, labios que lo apartan de un plumazo. Y entonces vuelves a sonreír, a sentirte ligera, a querer dar saltos de alegría en la cama como una loca, a querer hablarle y escucharle, cogerle de la mano, mirarle, reír con él, abrazarle, tenerle cerca y pasar tus dedos por sus labios, suaves, calientes... porque no hay nada más hermoso.

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