sábado, 1 de diciembre de 2012

El que esté más triste gana

I.
Desaparecemos como tantos otros vientos
perecederos,
como todas esas hojas del invierno
que fuimos sólo a veces
por no despejar las dudas que nos atan.
Las mismas que nos sueltan en mitad del océano.
Para ser lo poco que nos queda del verano,
para ser todo lo que nos quita el invierno.

II.
Nunca fuimos tan cobardes
como el día en que nos conocimos.
Nunca estuvimos más cerca del destierro
como aquella noche,
cuando dijiste
que todo era fruto del destino,
del bosque en llamas de la madrugada.
Del nombre absurdo de nuestra despedida.

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