La serpiente
Ultimamente he estado leyendo muchos libros sobre el Brasil. Quería estar preparada para mi aterrizaje allí. Al final, de tanto leer, no sé si ya he estado allí o simplemente me he dedicado a soñar lo que aparecía en los libros. Pues bien, encontré la historia que os voy a contar en un libro de la biblioteca pública y tiene como protagonistas a una chiquita y a su serpiente de compañía. Sí, esta niña, mimaba a su serpiente, la alimentaba, la sacaba de paseo y dormía con ella. Como si se tratase de un lindo gatito, la serpiente se acurrucaba a los pies de su cuidadora, que no ama, todas las noches. Una noche, después de muchos años de mutuo entendimiento, la niña se despertó de madrugada y observó, extrañada, que la serpiente yacía a su lado, totalmente extendida, y que, al moverse ella, volvía a su sitio, esto es, acurrucada a los pies de su cama. La niña no le dio mayor importancia al asunto. Pero al cabo de las semanas este episodio se fue repitiendo una y otra vez. Cada vez que se desvelaba podía comprobar que la serpiente estaba a su lado, estirada a más no poder y que, al notar que ella despertaba, volvía a su rincón a los pies de la cama.
La niña, inquieta por la salud de su serpiente, decidió llevarla al veterinario. Pensaba que a lo mejor las cenas le sentaban mal o que el colchón no era adecuado para ella. Preocupada, le relató al doctor lo que le sucedía a su serpiente por las noches.
- ¿Es grave, doctor?.
- No, no es grave.
- ¿Le sientan mal las pechuguitas de pollo, demasiadas plumas acaso?
- No, niña, no le sientan mal.
- Entonces, ¿qué le ocurre?
- Se estira para medirte, porque tu serpiente quiere comerte.
Tras lo cual, la niña, que se sentía traicionada, dejó a su serpiente en manos del veterinario y en adelante se dedicó a criar gusanos de seda.
[Basado en hechos reales]
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