jueves, 26 de abril de 2007

La serpiente

Ultimamente he estado leyendo muchos libros sobre el Brasil. Quería estar preparada para mi aterrizaje allí. Al final, de tanto leer, no sé si ya he estado allí o simplemente me he dedicado a soñar lo que aparecía en los libros. Pues bien, encontré la historia que os voy a contar en un libro de la biblioteca pública y tiene como protagonistas a una chiquita y a su serpiente de compañía. Sí, esta niña, mimaba a su serpiente, la alimentaba, la sacaba de paseo y dormía con ella. Como si se tratase de un lindo gatito, la serpiente se acurrucaba a los pies de su cuidadora, que no ama, todas las noches. Una noche, después de muchos años de mutuo entendimiento, la niña se despertó de madrugada y observó, extrañada, que la serpiente yacía a su lado, totalmente extendida, y que, al moverse ella, volvía a su sitio, esto es, acurrucada a los pies de su cama. La niña no le dio mayor importancia al asunto. Pero al cabo de las semanas este episodio se fue repitiendo una y otra vez. Cada vez que se desvelaba podía comprobar que la serpiente estaba a su lado, estirada a más no poder y que, al notar que ella despertaba, volvía a su rincón a los pies de la cama.

La niña, inquieta por la salud de su serpiente, decidió llevarla al veterinario. Pensaba que a lo mejor las cenas le sentaban mal o que el colchón no era adecuado para ella. Preocupada, le relató al doctor lo que le sucedía a su serpiente por las noches.

- ¿Es grave, doctor?.
- No, no es grave.
- ¿Le sientan mal las pechuguitas de pollo, demasiadas plumas acaso?
- No, niña, no le sientan mal.
- Entonces, ¿qué le ocurre?
- Se estira para medirte, porque tu serpiente quiere comerte.

Tras lo cual, la niña, que se sentía traicionada, dejó a su serpiente en manos del veterinario y en adelante se dedicó a criar gusanos de seda.


[Basado en hechos reales]

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