martes, 18 de marzo de 2008

Arrugado.

En el vagón hace calor. Imagino que, sin yo saberlo, alguien se puede enamorar de mí. Puedo ser su felicidad durante veinte segundos. Luego pienso que son tonterías que madrugan demasiado, mi cara será igual de lívida que la del resto y nada en mí en mí llamaría la atención a nadie. Igual que todo el mundo, los cascos, el periódico que con abrir una vez ya parece que lo has encontrado arrugado en la basura, el metrobús en el bolsillo, las ojeras y el cansancio. Me miro en la ventana, desde luego, esta luz no ayuda.

Pero no dejo que eso me desanime, hay algo que ellos no saben. Salgo del metro, sonriendo. Sin quererlo, me he llevado algo conmigo.

(Creo que Sexo en Nueva York me afecta profundamente).

2 comentarios:

Paul Varjak dijo...

Holly, pues no sé si son tonterías, pero te aviso que yo cada vez que voy en metro (casi todos los días) me enamoro al menos una vez. Lástima que no vayamos en la misma línea.

Lo que no me ha pasado aún es salir por la mañana del metro sonriendo.

Anónimo dijo...

pero que canalla eres paul...

me voy a tomar un batallines ahora a vuestras dos saludes, tres con la del gato.

un abrazo guapos