Increíble hombre menguante
Porque nada fue como esperabas
ni somos
lo que fuimos nunca,
y sabes que las veces
que somos lo que queremos
el tiempo nos las arrebata.
Y cada una de las cosas que me cuentas
las había escuchado ya
en tus pupilas,
el día que llegaste tarde a casa
fingiendo que tenías
pesadillas.
Queriendo saber cómo acabaste
rendí mis brazos
a la luz de la ventana,
sabiendo que mentías más que hablabas,
dejando que aun así no me importara.
Pisé tus manos hinchadas
-sin querer-
durante mi huida,
quizás así no me persigas
mañana cuando quiera
que me mires.
1 comentario:
Paul, eres increíble... he entrado para escribir algo y al leer esta entrada he pensado que el yo que va con media de adelanto se me había adelantado, como siempre...
He flipado. Te quiero.
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