viernes, 22 de junio de 2007

Ecografista o ecografitero.

En uno de esos lugares de batas blancas conocí a un ecografista, o ecografitero, según gustos, que mantiene una entrañable relación con el gel ecografista, o ecografitero, según gustos. A parte de ser guapísimo, tenía unas manos divertidísimas y cuidadísimas, no me extraña que el tubo de gel se enamorase de ellas. Así que ahí estaba mi nuevo ex-desconocido, alegrándome el día y yo sintiendo frío en el ombligo.
Se le ruborizaban las manos, tímidas ante tanta mirada, por lo que tuve que dejar de mirarlas y entonces me dí cuenta de que él era de esa clase de personas que te mira a los ojos cuando te habla, sus ojos te miran, divertidísimos, atentísimos, como queriéndote decir que para ellos es un placer hablarte. Que no cambiarían nada del mundo por estar hablándote en ese momento exacto. Porque, a parte de divertidísimos, también sus ojos eran habladores. Y divertidísimos eran también los pelillos que se le escapaban por el cuello de la camiseta y divertidísima era también la cana prematura de su flequillo.
Atentísimo era todo él y empecé a pensar si sería igual de atento a todas horas con su novia (no tenía las manos anilladas). Si tendría gestos de enamorarse para toda la vida o si, por el contrario, no le cogería el teléfono, ni la llamaría o si iría a un montón de sitios a los que sabe que ella quiere ir pero sin ella, o si no tendría tiempo para estar con ella pero sí días y días para todos los demás, o si... y en ese momento una mariposa me dió un beso en el hombro para sacarme de mi ensimismamiento, o enmimismamiento, según gustos. Porque yo ya no tenía en la cabeza sus manos enamoradas del gel, sino otras manos que yo deseo enamoradas de mi piel.

1 comentario:

Paul Varjak dijo...

Qué ísima que estás Holly, casi me mareo. Yo, en cambio, estoy más ésimo, será que toda mi casa está oscura y me aburro mogollón.

Creo que se dice ecografitor.