De vacaciones.
os escribo desde mis vacaciones en el crucero de jóvenes promesas. Gracias al papel de calco puedo escribiros a los dos la misma carta sin tener que repetirla ¿no es asombroso? (Paul, recuérdame que te lleve a la vuelta de mis vacaciones para poder conservar siempre una copia de lo que escribas).
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Lily es pelirroja de ojos verdes, siempre luce cercos oscuros debajo de los ojos y es de una palidez enfermiza. Anda un poco en las nubes, lo que es de agradecer porque para charlas interminables ya tenemos a Meg, con la que puedes hablar sin escuchar en absoluto lo que te está diciendo, eso sí, cuando Lily habla todo el mundo la escucha (en cuanto a mí, me escuchan siempre, aunque no diga nada, lo que es bastante incómodo, por cierto). Hoy Lily estaba tumbada en una hamaca ojeando un café con leche y bebiéndose La importancia de llamarse Ernesto (ella siempre lo hace así) y sin venir a cuento nos ha preguntado “¿creéis que se puede amar a alguien sin admirarlo o que, por el contrario, el amor lleva implícito la admiración por algún rasgo, comportamiento o costumbre del ser amado?”
Así que con esta pregunta me inicio en esta sección que te gusta tanto, Paul.
P.D.: Meg opina que no es necesario admirar para amar, aunque ella casi siempre ha admirado la cuenta corriente de sus amados. Lily dice que si ella ama es porque admira algo del otro y que como mucho la cuenta corriente le produce envidia y yo… yo seguía pensando en pastas de dientes con bicarbonato.